EL COLOSO DE RODAS |
Para celebrar un triunfo muy importante, la ciudad decide elevar un monumento memorable a Helios, dios del sol, en el puerto. Dirige las obras Cares de Lindos, discípulo de Lisipo. La estatua va creciendo, primero el armazón de hierro y sobre él las placas de bronce. Finalmente, cuando la estatua se termina mide nada menos que 32 metros de altura. Su fama atraerá a viajeros de todo el mundo antiguo para verlo. Con el Coloso llegaron a ser cinco las maravillas del mundo que se alzaban sobre la faz de la tierra, número que no fué superado sino que fué decreciendo. Cincuenta y seis años después de su construcción, en el 223 a. de C., un terremoto derribó al Coloso. Los habitantes de Rodas, siguiendo el consejo de un oráculo, decidieron dejar yacer sus restos donde cayeron. En el año 672 de la era cristiana, cuando los árabes invadieron Rodas, la sombra de un cuerpo gigantesco sumergido en las aguas los llenó de estupor.
El coloso de Rodas, enorme estatua de bronce que se había erguido a la entrada del puerto, yacía desde 800 años atrás en el fondo marino, cubierto de algas y moluscos, quebradas las piernas y el rostro hundido en el cieno.
Chares de Lindos y Laches habían sido los arquitectos. Después de 12 años de trabajo que la tarea se había iniciado en el año 292 a. de J. C., Chares se suicidó acosado por el temor de no lograr jamás la estabilidad de la estatua. Laches concluyó la obra, que insumió sumas fabulosas. Se necesitaron más de trescientas toneladas de bronce. El interior de la estatua estaba rellenado de ladrillos hasta la cintura; la parte superior era hueca y encerraba una escalera que conducía hasta la torre del fuego colocado en la cabeza. Todas las noches los guardianes subían hasta la torre para encender las antorchas, que, trasluciendo por los ojos del coloso, servían de faro a los navegantes. Esta estatua, consagrada al Sol, tenía las piernas separadas, con los pies afirmados a cada lado de la entrada del puerto. El Coloso de Rodas fue derribado, 56 años después de su erección, por un terremoto y nadie se preocupó jamás por levantarlo de nuevo. Cuando, finalmente, los restos fueron retirados del mar, fue para utilizarlos en nuevas construcciones.
El coloso de Rodas, enorme estatua de bronce que se había erguido a la entrada del puerto, yacía desde 800 años atrás en el fondo marino, cubierto de algas y moluscos, quebradas las piernas y el rostro hundido en el cieno.
Chares de Lindos y Laches habían sido los arquitectos. Después de 12 años de trabajo que la tarea se había iniciado en el año 292 a. de J. C., Chares se suicidó acosado por el temor de no lograr jamás la estabilidad de la estatua. Laches concluyó la obra, que insumió sumas fabulosas. Se necesitaron más de trescientas toneladas de bronce. El interior de la estatua estaba rellenado de ladrillos hasta la cintura; la parte superior era hueca y encerraba una escalera que conducía hasta la torre del fuego colocado en la cabeza. Todas las noches los guardianes subían hasta la torre para encender las antorchas, que, trasluciendo por los ojos del coloso, servían de faro a los navegantes. Esta estatua, consagrada al Sol, tenía las piernas separadas, con los pies afirmados a cada lado de la entrada del puerto. El Coloso de Rodas fue derribado, 56 años después de su erección, por un terremoto y nadie se preocupó jamás por levantarlo de nuevo. Cuando, finalmente, los restos fueron retirados del mar, fue para utilizarlos en nuevas construcciones.
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